La oportunidad detrás de la crisis de los containers 2

La reactivación de las economías mundiales, luego de un 2020 que marcó una de las peores recesiones globales de las últimas décadas, produjo un crecimiento simultáneo en la demanda de productos en los últimos meses, difícil de sostener en el contexto que atravesamos.

Mientras el COVID-19 sigue impactando en la salud de las personas, países como China que son clave en el comercio internacional, han endurecido sus medidas de seguridad provocando un congestionamiento nunca visto. Hace algunas semanas más de 50 buques portacontenedores hacían cola en el puerto de Ningbo -el segundo centro marítimo más grande de China-, cuando se informó de un caso de COVID-19 en una de sus terminales.

Pero la llamada “crisis de los contenedores” como muchos medios la denominan, no se reduce a un solo factor sino que es una combinación de varios: el pico de demanda que se produce en numerosos mercados al mismo tiempo, la capacidad limitada de almacenaje, la escasez de equipos logísticos y la gran congestión que se da en los puertos de todo el mundo. 

Al igual que en una parada de colectivos, si el primero tarda en salir, se retrasan todos. Del mismo modo, cuando un buque que traslada miles de containers se demora debido a la gran congestión en los puertos (al día de hoy hay 147 buques intentando ingresar sólo a una de las terminales portuarias de Shanghai) hace que millones de contenedores estén en circulación, demorados y sin tiempo cierto de reintroducción.

Esta misma situación se repite a nivel global, haciendo que se reduzca la oferta mientras escala la demanda. Consideremos que además, muchos contenedores quedaron varados en las terminales portuarias a la espera de pagos que en muchos casos no llegan debido a que una gran cantidad de empresas quebraron durante la pandemia, dejando a la deriva incluso contenedores repletos de contenido perecedero.

A esto se suman los contenedores que quedan en tránsito por el cierre temporal de terminales como la de Shenzhen a principios de año, cuyos buques son derivados a otros puertos y derivan en congestiones terrestres de camiones.

Esta especie de tormenta perfecta que produjo la pandemia, deriva en que cada vez haya menos cantidad de contenedores circulando y, por lógica, los costos de traslado internacional sean cada vez más caros, llegando a subas del 560%

La solución a esta crisis, por supuesto, no es mágica. A nivel global se estima que podría llegar a solucionarse en el primer semestre de 2022, aunque lógicamente no hay certezas.

No obstante, hay alternativas que pueden resultar útiles dependiendo del tipo de mercadería que se necesite trasladar.

👉 Para quienes precisan movilizar con urgencia items pequeños, la vía aérea -a pesar de sus costos- puede ser una buena opción.

👉 Para quienes necesiten optimizar costos y puedan fraccionar las cargas en distintos contenedores, traerlos bajo la modalidad LCL (donde la mercadería se trae por partes en lugar de ocupar un container completo) puede ser la mejor solución.

👉 Para quienes tengan mercadería pesada, como por ejemplo maquinaria, que no se puede fraccionar, y ya viene con un costo alto por el valor del flete internacional, una buena alternativa es hacer traslados a un depósito fiscal. ¿De qué se trata? cuando llega un contenedor al puerto de Buenos Aires -cuyas tarifas están dolarizadas-, se realiza el traslado a un depósito fiscal -con tarifa en pesos-, donde puede permanecer varios días hasta que se nacionalice, evitando costos extras de almacenaje en las terminales portuarias.

De esta manera, además de abaratar costos trasladando y desconsolidando la mercadería (retirarla del contenedor), se vuelve a circular el contenedor vacío, facilitando la reinserción de esta pieza de almacenaje que se ha vuelto tan valiosa para la logística mundial.

Si querés saber más sobre este tema, este video de DIS lo explica en menos de 5 minutos.